INGREDIENTES:
PREPARACIÓN:
Hervimos abundante agua con sal y un chorrito de aceite en una cacerola. Cocemos en ella la pasta, escurrimos y refrescamos en abundante agua fría para cortar la cocción. Lavamos bien los tomates pera y los trituramos en un robot de cocina. Ponemos el tomate triturado en una sartén o cacerola de poco fondo junto con la ralladura del limón. Salpimentamos y, también, agregamos la misma cantidad de azúcar que de sal. Cocemos a fuego medio-alto durante unos 8-10 minutos o hasta que el tomate haya espesado y se hayan evaporado los jugos naturales del tomate. Ponemos las espinacas en un colador y las regamos con agua hirviendo. Dejamos escurrir al tiempo que se enfrían. Cuando hayan atemperado, las escurrimos bien entre los dedos para retirar todo el exceso de agua y las picamos ligeramente con un cuchillo afilado o pasando unas tijeras. Mezclamos las espinacas con el queso ricotta, una cucharada de zumo de limón y salpimentamos. Rellenamos, sólo los que nos alcance, y escogiendo aquellos que no estén rotos. Colocamos la pasta rellena sobre una fuente cuya base habremos cubierto con la mitad de la salsa de tomate. Salteamos el resto de la pasta en la otra mitad de la salsa de tomate. La colocamos sobre la pasta rellena, bien esparcida, formando una segunda capa de pasta. Lavamos y cortamos los tomates cherry por la mitad y los colocamos sobre la pasta. Rallamos el queso emmental y espolvoreamos sobre la pasta. Terminamos de cocer el gratinado de pasta en el horno, precalentado a 180ºC, arriba y abajo. Entre 15 y 20 minutos será suficiente, o hasta que el queso se haya fundido y la superficie haya adquirido un bonito color dorado y la pasta haya alcanzado el punto de cocción correcto.
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